El contacto con la tierra nos recuerda que somos parte de ella
*Texto y fotos: Marianne Blanco
Mis orígenes paternos están en los campos de Castilla y León, en Zamora, España, a orillas del río Eria. El Eria es afluente del Órbigo, que a su vez alimenta al Esla que acaba en el famoso Duero… Así que ese pequeño río que atraviesa las tierras donde vive mi familia paterna es parte de una de las cuencas del famoso Duero.
Allí, en Santa María de la Vega (vega quiere decir valle) hasta el día de hoy, mis tíos trabajan la tierra y recolectan sus frutos de los que se alimentan. Gracias a esta labor eterna, inacabable, ellos, a sus ochenta y pico años, obtienen cada día la energía necesaria para levantarse a trabajar a pesar de dolores y limitaciones físicas. Tener que cuidar el huerto los obliga a seguir activos y a valerse por sí solos. La agricultura es parte fundamental de sus vidas y al mismo tiempo es lo que los mantiene con vida.
Cada vez que los visito aprovecho para pasear por su hermoso huerto. El 80% de lo que se come en casa proviene de este mágico laboratorio donde la luz del sol, la tierra y el agua se combinan para crear pedazos de vida. Esta vez terminaba el verano y el implacable calor había menguado. Las zanahorias asomaban sus cabezas de la tierra y las almendras estaban cargadas de gotas dulces y espesas, lo que indicaba que estaban maduras. Encontré lechugas tiernas, calabazas gigantes, me maravillé al ver las líneas de manzanos que habían sido podados de tal manera que parecían clonados. Había también berenjenas brillantes, pimientos tiernos y unas ciruelas de los dioses… Mi tío no me lo ha contado pero estoy segura de que les dice a sus árboles y a sus plantas cosas lindas todos los días, que les transmite amor. Lo he visto acariciar sus hojas y tocar delicadamente sus tallos. Él conoce la dirección del viento con solo ver cómo avanzan las hojas de las calabazas sobre la tierra. Mi tío tiene un nombre lindo: Amador y le cae a pelo pues no solo es amoroso con su gente, si no también con su tierra. Ama ver los frutos de su trabajo, ama lo que hace y el huerto lo agradece ofreciéndole el regalo de la vida.
El contacto con la Tierra debería formar parte de nuestra agenda semanal. Si no tienes la suerte de poder visitar y trabajar en un huerto, tal vez tengas un jardín, o por último puedas cuidar unas macetas en tu departamento. No es igual que caminar descalzos sobre el pasto fresco o sobre la tierra, ni regar tus vegetales bajo el cielo, pero el contacto está. Trabajar la tierra, cultivando hortalizas, frutas, leguminosas, vegetales etc te permite estar en contacto con los 5 elementos de la naturaleza, es una terapia preventiva e incluso curativa. Según el Ayurveda este trabajo nos permite eliminar energías malsanas y/o estancadas que de otra manera lo más probable es que se queden anquilosadas en nuestros cuerpos. El trabajo en y con la tierra nos oxigena, nos libera, nos alimenta el espíritu y el cuerpo, mueve nuestras energías y creo que puede desarrollar una inteligencia orgánica muy valiosa.
Un huerto tan bonito como el de mi tío Amador exige trabajo, dedicación, observación e investigación constantes. Pero aún así sueño con tener uno algún día. Mi huerto me dará comida sana y fresca, me permitirá un contacto directo con la Tierra, me recordará cada día que soy una pequeñísima pero vital porción del universo, que le debo todo a la Madre Tierra, nuestra “Pacha Mama”, pues me dio la vida, me alimenta y me acogerá dentro de ella cuando acabe mi ciclo. Me hará consciente de que debo enseñar a mis hijas y a los nietos y nietas que tenga que debemos protegerla, cuidarla y valorarla. Mi huerto, ese que tendré algún día y que me enseñará y dará tantas cosas buenas, se llamará Amador.
Thank you very much for contacting us. I wrote this article inspired by the garden of my uncles who had just visited in Spain. Again I checked the attraction I have for agriculture, for land, Pacha Mama as we call it here in Peru! I hope to have one day my own garden: Amador. We hope your suggestions on topics you would like us to develop!