¿”ALIMENTOS FELICES”? : LA CALIDAD DE NUESTROS ALIMENTOS
Al escribir sobre la “salud integral” y el cuidado de la tierra no se puede dejar de incluir una nota sobre los alimentos “orgánicos” o “ecológicos”. Estos términos están siendo utilizados con frecuencia y el consumo de estos alimentos está incrementando también en el Perú. Sin embargo, con frecuencia uno se pregunta ¿qué son realmente los “alimentos orgánicos”?
La palabra “orgánico” o “ecológico” sobre un producto se refiera a la manera en que los agricultores cultivan y procesan sus productos, tales como las frutas, vegetales, granos, productos lácteos y carnes. En pocas palabras, es un sistema de producción orientado a los procesos, más que al producto en sí. La práctica de este tipo de agricultura no utiliza métodos convencionales para fertilizar la tierra (fertilizantes e insecticidas químicos) y controlar la mala hierba, hongos y plagas o para prevenir las enfermedades del ganado. Por ejemplo, un agricultor que practica la “agricultura orgánica” utilizaría la “rotación” de plantas a cultivar, y utilizaría guano para evitar plagas y malas hiervas.
Algunos de los requisitos para denominar un producto “orgánico” son los siguientes:
- Que no se utilicen productos de “síntesis química” en la producción del producto (por ser considerados dañinos para la salud).
- Que la práctica de cultivo conserve y “respete” la tierra y los nutrientes contenidos en esta.
- Que los productos cuenten con una “certificación vigente avalada por alguna instancia reconocida” ya sea del gobierno local o uno internacional.
- Que en el caso de animales estos estén libres de hormonas y antibióticos (que pueden afectar al consumidor) y que a su vez sean alimentados con productos orgánicos (inclusive se exige que los animales gocen de libertad con acceso a pasturas y no estén supeditados a vivir confinados a lugares cerrados y privados de movimiento y de luz ).
A pesar de que este tipo de agricultura puede tener sentido y parecernos ética y lógica, existe una gran controversia sobre la agricultura orgánica y el beneficio de consumir sus productos. Esta controversia parece estar parcialmente basada en razones económicas: calidad versus costo, ya que la producción orgánica es considerada más costosa, lo que a su vez encarecería el producto. Sin embargo, la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) sostiene que se ha observado que el desempeño económico de algunas granjas orgánicas es equiparable a otras “convencionales” (aun cuando no cuenten con el subsidio que algunos países europeos proporcionan a este tipo de agricultura) y en muchos casos, incluso, sin elevar el precio de los productos. Estudios realizados señalan que «las ganancias de las granjas orgánicas son bastante similares a las de las granjas convencionales equivalentes.» (FAO). Se considera que gran parte del encarecimiento del producto para el consumidor no está en la producción sino en las etapas de procesamiento, es decir, almacenamiento, manipulación, distribución, venta al por menor, certificación, etc., debido a la necesidad de mantener estos productos apartados de productos “no orgánicos”. La FAO considera que a medida que la agricultura orgánica obtenga más participación dentro del mercado, las economías de escala disminuirán estos costos (FAO).
En relación a los beneficios de consumir productos orgánicos versus no orgánicos, la controversia no solo es económica (mayor coste del producto) y ética (el trato hacia los animales y la tierra) sino en encontrar la evidencia científica de que el producto de una agricultura y ganadería orgánica es o no realmente más nutritivo, menos dañino y por ende más sano para el consumo humano (lo que a su vez justificaría un precio más elevado).
Científicos interesados en el tema han realizado varios “meta análisis” sobre el beneficio de consumir alimentos producidos a través de una agricultura y ganadería orgánicas. Los resultados de estos estudios han sido en su mayoría inconcluyentes, lo que llama a mayores investigaciones sobre el tema. Muchos de estos estudios se han realizado con la intención de determinar si el producto orgánico contiene o no más nutrientes que otros productos similares. La pregunta menos hecha en estos estudios es si el producto es o no menos dañino para la salud, ya que los productos obtenidos a través de una “agricultura convencional” contienen residuos de pesticidas o fertilizantes químicos (antibióticos u hormonas en el caso de la ganadería) que inevitablemente terminan en nuestros cuerpos y si estos exceden o no los niveles “aceptados como seguros” y sin riesgos para el consumidor.
Si bien podría ser cierto que el producto final de una agricultura o ganadería orgánicas pueden contener niveles de nutrientes similares y que los niveles de pesticidas, hormonas o antibióticos pueden estar dentro de los parámetros aceptados como seguros para el “consumidor típico” (recordemos que todos somos bioquímicamente únicos), es importante recordar que esto no es todo lo que una “agricultura orgánica” representa. La “agricultura orgánica” representa entre otras cosas, la relación de la agricultura con el medio social y ambiental, y no únicamente con la persona en sí. Aparte de generar bacterias resistentes a los antibióticos, la “agricultura convencional” o masiva tiene un gran impacto ecológico: la contaminación ambiental, la deterioración de la tierra, eutrofización del agua (la eutrofización produce de manera general un aumento de la biomasa en el agua, empieza a proliferar una sola clase de alga que en muchos casos provoca la intoxicación de la flora y fauna local, y causa un empobrecimiento de la bio diversidad) así como el impacto social y económico de la “agricultura masiva” versus el “pequeño productor”. La idea que representa el “movimiento orgánico” no es solamente el hecho de que una “manzana orgánica” pueda o no contener más vitaminas que una “no orgánica”, es una identificación y una solarización con nuestro medio social y el medio ambiente y finalmente con nuestro propio cuerpo.
En términos de “ganadería orgánica” versus “no orgánica”, es importante considerar que un animal que ha sido criado éticamente, es decir que no ha sido privado de libertad, luz o de alimento balanceado (natural o de pastura), es superior tanto en contenido nutricional como menos dañino para nuestra salud que un animal que ha vivido estresado (los niveles de hormonas de estrés, antibióticos, hormonas de crecimiento contenidas en estos animal son altos), privado de luz, alimentado exclusivamente de granos y al que se le ha criado con el solo fin de lucro, en un medio “acelerado”, con tiempo de “rotación optimizado” por el uso de antibióticos y hormonas de crecimiento.
También cabe aclarar que el precio del producto de una “agricultura o ganadería orgánicas” puede ser considerablemente más alto que los productos equiparables, la recomendación general es que en la medida de lo posible:
- Se compren productos locales, cultivados cerca de donde vivimos
- Se compren los siguientes productos de una “agricultura orgánica”, los productos que crecen “al ras del suelo” o que comúnmente requieren un uso mayor de pesticidas o fungicidas como:
- Espinaca, tomate, papas, manzanas, apio, pepinillo, uvas, ají, fresas, acelga, berro, arugula, betarraga (remolacha).
- Se compre todo producto lácteo, carne de res, pollo y huevos, cerdo y cordero si no criados con productos orgánicos, al menos que sean criados al aire libre , “de granja”, que no hayan estado enjaulados y que hayan sido alimentados mayormente de pasturas lo que garantiza más alto contenido de Omega 3 y varios otros nutrientes en la carne del animal.
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