Texto: Marité de Taboada / Foto: Denise Arregui
¿POR QUÉ UNA DIETA ANTIINFLAMATORIA?
Para poder entender la importancia de una “dieta antiinflamatoria” necesitamos entender qué es la inflamación, sus procesos y el porqué la necesidad de controlarla.
La inflamación es una respuesta natural del cuerpo humano a un daño, es la manera en la que el cuerpo se “defiende” y comienza el proceso de curación. Este proceso comienza con una “Cascada Inflamatoria”.
La “cascada inflamatoria” es una serie de reacciones instantáneas y naturales que ocurren en el cuerpo humano como respuesta a un daño. El objetivo de esta reacción fisiológica es mantenernos con vida. Por ejemplo, en el caso de un corte en la piel, la respuesta fisiológica es enviar a través de la sangre, todos los componentes necesarios para parar curar el daño y parar el sangrado de la herida. En otros casos a través del dolor, el cuerpo nos hace saber que existe daño entretanto se ocupa de encontrarlo y repararlo mientras se den las condiciones adecuadas para hacerlo. En cuanto el proceso de reparación es completado, la “cascada” se detiene y el cuerpo vuelve al equilibrio. En ciertas ocasiones, sin embargo, la cascada no se detiene aún cuando el daño haya sido reparado, lo que deja al cuerpo lleno de hormonas y neurotransmisores que eran solo necesarios para una respuesta aguda ante una emergencia. Esto a su vez podría dar origen a una inflamación crónica.
La Inflamación crónica es también conocida como “inflamación sistémica” debido a que afecta un sistema o varios sistemas del cuerpo humano. Esta puede ser causada por una inflamación aguda o por una reacción autoinmune que persiste por un periodo indefinido de tiempo (“bajo grado de inflamación sistémica crónica”)
Estudios científicos recientes sostienen que lo que han denominado “bajo grado de inflamación sistémica crónica” (low grade chronic systemic inflammation) es la causa básica de lo que parecen ser enfermedades no relacionadas con la inflamación. A medida que los humanos envejecemos, la inflamación sistémica crónica tiene efectos degenerativos que pueden resultar en enfermedades como el Cáncer, Ateroesclerosis, paros cerebrales, enfermedades cardiovasculares , enfermedades del tracto digestivo, Diabetes e inclusive Alzheimer.
La inflamación crónica se caracteriza por la simultánea destrucción y curación del tejido involucrado en el proceso inflamatorio. En este tipo de inflamación, la respuesta inflamatoria no está en proporción con la amenaza que recibe o está dirigida hacia un objetivo inapropiado. El resultado podría ser más dañino, a raíz de la inflamación, que la infringida por el agente patogénico (por ejemplo, alergias y desórdenes autoinmunes son evidencias de una inflamación crónica que se originó como respuesta hacia un agente que debió ser inocuo). El estrés juega un rol importante en esta “reacción desproporcionada” del cuerpo frente a la inflamación: cuando el estrés se hace crónico y la “cascada inflamatoria” es repetida con frecuencia, el cuerpo entra en ese estado de “bajo grado de inflamación sistémica crónica” y se convierte así en el “estado natural” del cuerpo.
Investigaciones científicas indican que muchas de las enfermedades crónicas que afectan al ser humano (incluyendo la obesidad) tienen su origen en el “bajo grado de inflamación sistémica crónica”. La inflamación se hace crónica cuando existe un estímulo persistente. Este estímulo puede ser la respuesta fisiológica al estrés de “huir o pelear”, la gran cantidad de “radicales libres” que bombardean nuestro cuerpo todos los días (ya sean exógenos, como la contaminación; alimentación: alimentos hechos con aceites procesados, fritos, azúcares, comida chatarra, estimulantes, dieta alta en calorías etc; o endógenos, como los productos del metabolismo humano) o las múltiples alergias que cada día son más variadas y persistentes e, inclusive, una pequeña infección que se hace crónica.
La comunidad científica coincide al afirmar que la capacidad destructiva de la inflamación crónica no tiene precedentes dentro de los procesos fisiológicos, pues el poder destructivo que representa este tipo de inflamación yace en su naturaleza de condición “silenciosa”. De hecho, la inflamación inducida por el estrés, una vez activada, puede persistir sin ser detectada durante años, o incluso décadas, y esto propaga la muerte celular en todo el cuerpo. Debido al gran deterioro asociado con el proceso de envejecimiento, este estado de “inflamación crónica silenciosa” ha sido denominado en Inglés como “inflammaging” o “inflama -envejecimiento”
Es cierto que en el mundo “acelerado” en el que vivimos hoy es difícil controlar el estrés. Sin embargo, sí podemos controlar lo que hacemos o comemos para aumentarlo. En la actualidad, los estudios sobre el tema nos permiten aprender qué debemos o no debemos comer para controlar el estrés y la inflamación sistémica a través de una alimentación específica. Por ejemplo, una dieta rica en ácidos grasos Omega-3 (como el salmón, el atún, la caballa, las nueces y otros) combinada (en sinergia) con antioxidantes naturales (frutas, vegetales, hierbas) evitan el comienzo de posibles enfermedades crónicas.
En el mundo de hoy, contaminado y lleno de “comida chatarra”, las funciones normales del cuerpo humano se ven frecuentemente afectadas y alteradas. En toda nuestra historia no ha habido un momento más adecuado para implementar una alimentación preventiva, vanguardista, sinérgica, antiinflamatoria… una “Dieta Feliz”.
¡No te pierdas la cuarta parte de la Dieta Feliz!
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