* Por Luz Gimenez-Zapiola / Dibujo: Esmeralda (hija de Luz), 4 años.
Nos obsesionamos con lo que hacemos, con lo que logramos. ¿Qué pasaría si dejáramos de pensar en eso y simplemente hiciéramos que la manera en que vivimos nuestras vidas fuera en sí misma nuestro logro?
Hace poco leí esta cita de María Shriver -periodista y mujer de armas llevar- y me tocó muy de cerca. Será porque este año comenzó de una manera distinta para mí. Circunstancias puntuales hicieron que me alejara un poco de mis rutinas y de la gente que frecuentaba. Así fue como me encerré un poco más en mi casa, en mi familia. Los días se sucedían y la lentitud y el tedio dieron paso a reflexiones muy interesantes. Pensamientos que hacía rato no tenía. Sensaciones que eran súper primitivas, que me recordaron las épocas en donde vivía sola en California y aprendí a ser mamá.
Cuando fui mamá, apareció una persona que yo desconocía, otra cara de mí. Alguien más generosa y completamente dedicada a la vida y felicidad de mis hijos. Me entregué a ellos por completo: los besé, los bañé mil veces, los cambié con ropitas lindas, les preparé comidas nutritivas, los acompañé a sus primeros días de clase, los vi hacerse amigos nuevos, los vi sufrir cuando nos mudábamos de país. Y junto a ellos, fui moldeándome como madre. Muchas veces conscientemente, muchas veces inconscientemente. Puse algunas partes de mí en pausa. Supongo que nos pasa a todas…
Hace 3 años retomé otra de las cosas que además de ser madre me hacen feliz. Volví a practicar yoga. Y en esa vuelta, me encontré de nuevo. Encontré a esa mujer joven de alma, con mil inquietudes y con ganas de seguir aprendiendo.
Volviendo a lo que decía María Shriver, quisiera que todas nosotras nos diéramos cuenta algún día de que no tenemos que tener un título, o un súper proyecto encaminado, o ser una profesional exitosa para ser valiosas. No. Digamos con orgullo: “Soy una madre, punto”. Sin sentirnos menos o dar explicaciones. Sin preguntar implícitamente con la mirada, “¿Te parece suficiente que sólo sea una mamá?”
¿Qué pasaría si en vez de obsesionarnos con lo que obtenemos nos dejáramos ir y simplemente aceptáramos la idea de que esto es lo que hay, esto es quienes somos y eso mismo fuera un logro en sí mismo? ¿Podremos vivir como quienes somos hoy? Sin pensar en lo que nuestros padres todavía suponemos esperan. O más aún, dejando caer esa idea de lo que todavía pensamos que seríamos nosotras mismas.
Confieso que yo estoy en ese plan. Confieso que ya me siento vieja para sostener ideas fijas.
Quiero ser joven de nuevo, pero con la experiencia que me dan estos casi 44 años que tengo. Viviendo cada día, tratando de dar sonrisas, de dar alegría como pueda, de llorar o quejarme si tengo ganas. De aceptarme después de tanto tiempo de esperar ser otra persona. Porque “everybody else is taken”, como me dice mi hija de 12 años. Porque nadie me conoce más que yo misma.
Confieso que yo estoy en ese plan. Confieso que ya me siento vieja para sostener ideas fijas.
* Luz Gimenez-Zapiola: “Soy ante todo mujer; soy mamá, periodista, estilista de moda, directora creativa, practicante de yoga, cocinera, amiga, esposa y estoy descubriendo todavía más cosas de mí misma. Hace 14 años que dejé mi país, Argentina, para casarme y formar mi familia en Los Angeles California. Desde ese entonces he vivido también en Santiago de Chile y ahora en Lima, Perú”.
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