* Foto: Aura Estrada
“La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social y no solamente la ausencia de malestar o enfermedad“ – Organización Mundial de la Salud (OMS).
Con las herramientas necesarias, el cuerpo humano tiene la maravillosa habilidad de repararse a sí mismo. Quizá la más importante de estas herramientas es una nutrición sana, natural, y entera o integral.
La naturaleza en su sabiduría provee alimentos en los cuales existe una “sinergia”. Por ejemplo la fibra (que ayuda a mantener niveles estables de glucosa) va de la mano con las vitaminas, los minerales y los fitoquímicos (químicos naturales producidos por las plantas, como el Resveratrol por ejemplo). Todo trabaja en conjunto para ejercer un efecto en el organismo que los consume; por ello, cuanto más “entero” sea el alimento, mejor; cuanto más cerca a su estado original, sacado directamente de los árboles, de la tierra o del mar, mejor. Es la calidad de nuestros alimentos la que provee al cuerpo lo necesario para repararse, regenerarse y mantenerse.
En la actualidad, los alimentos ya no siempre son naturales, y enteros o integrales. Los alimentos han pasado de ser productos de la tierra para convertirse en productos del hombre: son lo que llamamos los “alimentos procesados”. Algunos de estos han atravesado por un nivel de procesamiento tan fuerte que no son reconocidos por nuestro cuerpo como alimentos, como es el caso de las grasas “trans”. En otros, esta transformación ha generado la destrucción de su capacidad de sinergia. Este es el caso de las harinas que han sido procesadas para “refinarlas”, o del azúcar blanca a la que le han extraído los fitoquímicos de la planta de donde proviene. Estos procesos causan una serie de enfermedades y reacciones adversas no solo para el ser humano sino también para nuestro medio ambiente.
La sinergia ha sido definida como la “acción de dos o más causas cuyo efecto es superior a la suma de sus efectos individuales”. Aplicada a la alimentación humana la “Nutrición Sinérgica” intenta mantener la sinergia que ya existe dentro de cada alimento integral (frutas con cáscara, granos integrales, etc.). Pero va aún más lejos, esta ciencia moderna estudia la sinergia que existe entre dos o más alimentos distintos, alimentos que se complementan fitoquímicamente, lo que multiplica los beneficios que estos otorgan al cuerpo humano. Entonces el alimento compuesto se vuelve más que la suma de sus partes… 1 + 1 = 100!
¿Por qué practicar una Nutrición Sinérgica?
Al poner en práctica este tipo de alimentación no solo comerás menos y te alimentarás mejor (lo que te permitirá perder peso sin que dejes de consumir nutrientes) sino que con las combinaciones adecuadas y recetas específicas y deliciosas los efectos antioxidantes, anticancerígenos, antiinflamatorios, etc. de los fitoquímicos en nuestros alimentos pueden ser multiplicados y potenciados a niveles terapéuticos. Así los alimentos se convierten en tu medicina (alimentos = medicina).
Un ejemplo de sinergia entre dos alimentos es la combinación de los Fenoles contenidos en la avena y la vitamina C. La avena sola contribuye a disminuir el colesterol “malo” (LDL) en la sangre pero al combinarla con una fruta que contenga vitamina C (con jugo de naranja o con fresas), su capacidad para mejorar el colesterol y prevenir las enfermedades del corazón es cuatro veces mayor que cuando se come sola. Esta y muchas otras combinaciones sinérgicas nos permitirán elegir los alimentos adecuados preparados con recetas específicas, naturales, integrales y sinérgicas para obtener una salud optima.
También puedes leer su artículo sobre su Renew Cake, un keke para mujeres perimenopáusicas y menopáusicas en nuestra sección Me Cuido, así como la entrevista que le hizo Dominique Blanco en esta misma sección sobre la alimentación inteligente.
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