La sucralosa es igualita que el azúcar -dicen-. Mentira. Puede que la sucralosa sea publicitada “como el azúcar”, pero, en realidad, no lo es. Repasemos.
La sucralosa fue descubierta -aunque parezca increíble- por dos investigadores en 1975 mientras experimentaban con productos derivados del azúcar de mesa. Puede haber empezado como un azúcar pero el producto final no es nada parecido al azúcar.
En su libro Sweet Deception, el Dr. Mercola (www.mercola.com) afirma que la sucralosa es absolutamente sintética. Para obtenerla el azúcar debe ser tratada con cloruro de tritilo, anhídrido acético, cloro de hidrógeno, cloruro de tionilo, y metanol en presencia de dimetilformamida, 4-metilmorfolina, tolueno, metil isobutil cetona, ácido acético, cloruro de benzyltriethlyammonium, y metóxido de sodio; o sea, nada que se encuentra en la naturaleza. De hecho, en el website de Splenda se lee que “aunque la sucralosa tiene una estructura y un sabor similar al del azúcar, no es natural”.
Pero, ¿en qué momento empezamos a creer que la sucralosa era lo mismo que el azúcar? Todo empezó con su nombre. El sufjio “-osa” suele ser usado para los azúcares, como el azúcar de mesa llamada “sucrosa”. Es evidente que la palabra “sucralosa” se parece mucho a la de “sucrosa” y esto puede ser desorientador para los consumidores. Si se propusiera un nombre más preciso para la estructura de la sucralosa este sería triclorogalactosacarosa. Sin embargo, el FDA (Food and Drug Administration de EEUU) supuso que no era necesario usar dicho término y se optó por “sucralosa”.
La sucralosa presenta varios componentes peligrosos, pero él más dañino -según los expertos- parece ser el cloro, que no es solo un carcinógeno, sino que ha sido empleado para fabricar gases venenosos, desinfectantes, pesticidas y plásticos.
Splenda, una de los endulzantes artificiales más conocidos, se promociona como “endulzante sin calorías”; pero la sucralosa sí contiene calorías. El detalle está en que como es 600 veces más dulce que el azúcar nadie llega a consumir una cantidad significativa, ya que con tan solo un poco alcanzamos el dulzor al que estamos acostumbrados. Sin embargo, además de sucralosa, el Splenda contiene maltodextrina y dextrosa, que son usados para aumentar el volumen y son carbohidratos que también tienen calorías. Una taza de Splenda contiene 96 calorías y 32 gramos de carbohidratos que suelen no ser tomados en cuenta debido a que en la etiqueta dice “non calorie sweetener” (endulzante no calórico). Ya que podemos encontrar Splenda en distintos productos y también puede usarse en la cocina, es posible consumir más de una taza al día. Para persona con diabetes esto significa consumir una gran cantidad de carbohidratos y para personas que están cuidando su peso esto puede ser un problema.
En cuanto a la digestión y absorción de la sucralosa, es poco lo que se sabe ya que la mayor parte de los estudios han sido realizados en animales por periodos cortos de tiempo. Entre los síntomas asociados al consumo de la sucralosa se han identificado problemas gastrointestinales (hinchazón, gases, diarrea, nausea), irritaciones en la piel (urticaria, erupción cutánea, enrojecimiento, picazón, hinchazón), tos, secreción nasal, dolores de pecho, ansiedad, palpitaciones, ira, cambios de humor, depresión y picazón en los ojos.
Solo una investigación hecha con humanos y a largo plazo podría realmente informarnos con certeza sobre los efectos secundarios de la sucralosa. De ahí que muchos expertos desestimen los resultados de una investigación reciente hecha en con ratas y Splenda. A cada rata se le administró una dosis de 1.1-11mg/kg durante 12 semanas. Pasado este tiempo, se descubrió que las ratas no solo habían perdido gran cantidad de buena bacteria en sus intestinos, sino que además había una disminución en la absorción de medicamentos.
Sobre la pérdida de peso, las investigaciones han demostrado que el aumento de peso está relacionado con el consumo de endulzantes artificiales desde la década de 1970. A inicios de la década de 1980, un estudio de la American Cancer Society realizado con 78,694 mujeres encontró que luego de un año un 2.7% a 7.1% de las consumidoras regulares de endulzantes artificales ganó peso comparado con las que no lo consumen. El San Antonio Heart Study trabajó con 3 682 adultos durante ocho años y encontraron que aquellos consumidores de endulzantes artificiales tenían un IMC (Índice de Masa Corporal) más elevado.
En algunos estudios en los que se ha reemplazado el azúcar por bebidas endulzadas artificialmente, no se ha encontrado diferencias en el peso. Una razón para esto es que el azúcar artificial puede en efecto incrementar las ganas de comer azúcar. Según la teoría, nuestros cuerpos sienten el dulzor de la comida y esperan las calorías correspondientes. Cuando uno consume el endulzante artificial sin las calorías, el cuerpo sigue teniendo el antojo lo que nos lleva en muchos casos a comer más.
Una última causa para la relación endulzante artificial y aumento de peso es el impacto que tiene el sabor dulce con lo que necesitamos de él para sentirnos satisfechos. Los endulzantes artificiales son muchísimo más dulces que el azúcar. Se sabe que una exposición constante a un sabor en particular determina lo que encontramos o no dulce. Mientras uno coma cosas más dulces siempre necesitará comer más cosas dulces, lo mismo sucede con lo salado. El detalle entonces es que al querer dejar el azúcar los endulzantes artficiales la reemplazan y, por tanto, uno nunca tiene la opción de dejar de consumir menos ese sabor dulce.
La mejor manera para saber cómo es que los endulzantes artificiales afectan nuestro peso es experimentar. Deja de consumirlos y observa lo que sucede. Dale un tiempo a tu cuerpo a que se acostumbre. Los antojos por azúcar empezarán con mucha fuerza, pero irán disminuyendo con el tiempo. ¡Prueba y verás!
Fuentes
Mercola, J. (2006). Sweet Deception. Why Splenda, NutraSweet, and the FDA May Be Hazardous to Your Health.
http://www.sertox.com.ar
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